Un amigo suele recordarme que a él, le encanta que los nombres mayúsculos del rock internacional visiten nuestro país, pero que lamentan que sus visitas nos lleguen por lo general cuando sus carreras entran en el declive final. Por mi parte suelo responderle que prefiero eso antes que nada, porque soy de los que no tienen la posibilidad de escaparse para verlos en el Madison Square Garden o en Wembley.
Axel Rose reinventó (¿Reinventó?) Guns ´n´Roses y volvió a la Argentina para ofrecernos el presente de una banda que... en realidad ya no existe.
Quien escribe, fue parte de esos radiodifusores que descubrieron a Guns ´n´Roses antes de que se editara su primer material en la Argentina. Por entonces, me gustaban como sonaban y la propuesta vibrante que tenían. Sin embargo, antes de que llegaran a la Argentina en 1992 mi conexión musical era con todo Guns n´Roses, especialmente admiraba a Slash, pero no con ese tipito racista llamado Axl Rose. De hecho empecé a usar una remera que había popularizado Vince Neil de Mötley Crüe donde a modo de prohibido se tachaba el nombre de Axel. En pleno furor de G´N´R esa provocación no pasaba desapercibida. Y hasta me insulté revistas -del momento mediante- con varios fans de guns n´roses. Y al fin se hizo justicia. Me reí cuando escuché que Axel reinventaba Guns n´Roses para visitarnos, dije para mis adentros, sólo los insatisfechos y los miembros de la masa anestesiada pueden ir a verlo. No sólo fueron, sino que volvieron más insatisfechos pero igual o peor de anestesiados. Cuentan en sus foros que nunca habían visto nada igual de horrible, con un sonido espantoso, y una voz de Axel, súper ahorrativa. ¿Habrán reclamado el valor de la entrada?, yo lo hubiera hecho. Sin duda. Já já ja´, Guns n´Roses sin Slash no existe. Era sabido. Pero bueno, que les sea leve...
Hablemos de cosas más serias. Un vino viejo, un auténtico vino viejo. B.B. King estuvo también de retorno por la Argentina y ofreció un show respetuoso, gustoso, y de buen humor. El blusero no defraudó. El Luna Park a pleno por un Señor del Blues de unos... 84 años, nada más y nada menos. Que recordó su amistad con Pappo a quien dice extrañar, y que recibió contínuas ovasiones del público.
El crítico Marcos Mayer, de Clarín, puntualizó que B. B. King priorizó la comunicación con el público por sobre lo musical, y coincidió con toda una crítica especializada que la performance del bluesman, fue no obstante más que aceptable, a la altura de las circunstancias, casi como entendiendo los tiempos de la despedida...
La luz de B. B. King brilló en temas como Every Day I Have The Blues, You are my sunshine, y Rock me baby, entre otras piezas de blues, booggie y rock.
12 años después, la salud del rock sigue siendo la coherencia, a través de B. B. King, mientras que para otros los retornos son demensialidades de sus introspectivas incongruencias: Axel, tomate el palo y no vuelvas más. ¡Aguante Slash!
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